La vivienda es mucho más que una casa o un techo. Es un espacio donde poder desarrollar la vida personal y familiar con equilibrio, seguridad y estabilidad, fundamental para la salud física y mental. Es un derecho que sólo está contemplado constitucionalmente como palabras sobre papel sin ninguna aplicación real.
Acceder a ella resulta cada vez más complicado vistos los requisitos existentes para alquilar. Y es especialmente dramático el panorama que se les presenta a los jóvenes. Sus trabajos precarios y reducidos ingresos les imposibilitan alquilar, salvo que dispongan de la ayuda de un entorno familiar pudiente. Negro es su futuro si no se organizan y luchan contra la precariedad y por viviendas estables con rentas bajas.
Ocupación como última alternativa
La vivienda, habiendo surgido como un bien de uso para que en ella vivan las personas, ha sido desfigurada por este sistema capitalista como un bien de cambio con el único fin de enriquecer a sus propietarios. Así nos encontramos con miles de viviendas vacías especulativamente y con miles de familias sin acceso a ese derecho fundamental. Las reformas legislativas y sociales aplicadas, o han ahondado en el problema, o han sido un mero paliativo ineficaz como se presenta la última ley de vivienda aprobada por el llamado gobierno progresista. Mientras miles de jóvenes continúan conviviendo con sus padres ante la imposibilidad de emanciparse, cada día se siguen perpetrando desahucios de familias con menores, enfermos, y en riesgo de exclusión social.
Vivienda social y expropiación de fondos buitre
Urgen drásticas medidas como: creación de un gran parque público de vivienda social adjudicado en régimen de alquiler; expropiación de las viviendas de grandes propietarios y fondos de inversión; eliminación de todas las figuras impositivas que favorezcan la explotación de viviendas o mantenerlas sin uso; prohibir su compra a los extranjeros no residentes en la comunidad; prohibición de los desahucios de primeras viviendas sin alternativa habitacional digna,…
Sólo el pueblo movilizado y consciente del problema podrá ser capaz de imponer un gobierno valiente que, implantando cambios relevantes, rompa con los especuladores y parásitos y su búsqueda insaciable de beneficios.