Escrito por: José Verdón

Resulta sorprendente y hasta interesante el debate experto y académico sobre el legado político de Blas Infante. Al analizar su obra surgen importantes cuestiones sobre soberanía, federalismo y su modelo solidario con otros pueblos y su actitud integradora en una hipotética República española, parte de la federación ibérica. Se entra menos en otros detalles como si la llamada Reconquista contra el Islam alteró sustancialmente la propiedad de la tierra, creando un precedente muy particular e injusto, respecto a toda Europa. Es más no entra en si la monarquía actual es heredera de esa conjunción “trono-altar” que expolió los bienes comunales andaluces, situó a la nobleza y la jerarquía de la Iglesia católica en posesión de toda Andalucía, alterando sus modos de vida y cultura. Procurando la unidad religiosa, lingüística y racial que ocasionó el destierro y genocidios de las poblaciones musulmanas, gitanas y judías. Y más aún, expandió su imperialismo hacia América y el Pacífico. En tan trascendente debate, el antropólogo sevillano Isidoro Moreno aporta su fino y acertado análisis.

Fuera del intelecto y las élites políticas vive una comunidad andaluza, formada por nativos, inmigrantes y otros que ocasionalmente estudian, trabajan o intentan vivir o subsistir. En dicha comunidad existe un sector muy vulnerable que se encuentra aprisionado entre las consecuencias de ancestrales colonizaciones que se ejercieron contra Andalucía. Viven en los barrios periféricos, cargando con el estigma de que les adjudiquen, ser los más pobres, menos educados, más delincuentes y tienen su existencia limitada a disponer de menos bienestar social y servicios públicos que el resto de la ciudadanía. Si los errores urbanísticos, las desigualdades económicas y la falta de participación e inversiones no atenazaran su futuro, es decir si su baja renta, su déficit alimenticio y su menor acceso a los sistemas educativos y sanitarios podríamos enlazar determinantes históricos con actuales para preveer un mal pronóstico social.

Pero en todos los conflictos los de arriba defienden a muerte sus privilegios y los de abajo tratan de resistir. En tal resistencia entendemos hoy las movilizaciones de la Plataforma vecinal “barrios hartos” de Sevilla. No podemos ocultar que un PSOE en plena campaña electoral prometiese urbanizar Su Eminencia. Tarde, pero estupenda noticia. Aprobaban un proyecto sin el debido consenso ni la participación vecinal en tal diseño. Luego el Partido Popular lo pone en marcha, pero solo en una primera fase. Es una descarada maniobra de retardar el proyecto de urbanizar el distrito Cerro-Amate. Recogen el marrón que los socialistas les endiñan, pero lo heredan consientes que pese a paralizar en parte todo el proyecto y veremos si limitando o parando luego las necesarias inversiones económicas, se apuntan algún tanto oportunista.

En concreto ser andaluz hoy es defender la dignidad de las personas trabajadoras y vulnerables de los barrios que injustamente son olvidados por las instituciones y donde las multinacionales energéticas los abusan, situándolos en la pobreza energética más cruel inhumana en semejante ola de calor y avverso cambio climático. Ello invalida toda alusión a estar amparados por derechos humanos y estructuras democráticas. Por tanto menos banderas, menos discursos patrioteros y falsos nacionalismos, desde la derecha y el reformismo y más respeto por las vidas y bienestar de los andaluces. Eso es entender el legado de Blas Infante de forma real y humana en vez de tanto simbolismo hipócrita y abstracto.

Decir Viva Andalucía es movilizar unitaria y solidariamente desde toda la izquierda por la urbanización completa y urgente de Su Eminencia.

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