Escrito por: José Verdón

El deporte de élite siempre estuvo presionado y manipulado por ajenos intereses.

Los y las atletas le dieron el máximo valor a su superación personal, al encuentro colectivo, intercultural y pluriétnico. Convencidos de lo noble de su dedicación y de la contribución del ejercicio físico para la paz mundial,  el respeto y la colaboración entre todos los pueblos e individuos.

Las Olimpiadas griegas premiaron a los atletas más destacados y les otorgaron honores por sus proezas. Los estados nación organizaron juegos y competiciones para que sus banderas acompañaran a los triunfadores y así, quién se subía al pódium no era solo el, la deportista, sino el símbolo de su patria, su himno y  su raza o cultura.

El fútbol, de origen inglés, se extendió por todo el mundo. Las mujeres en aras de la igualdad y contra la no discriminación de género practican dicho deporte e igualmente reivindican mayor presencia en otros muchos ámbitos donde se las discrimina y no son respetadas. Sus luchas e inteligencia  las emanciparon algo pero les exige doble sacrificio.   Fuera del domicilio aumentaron su reconocimiento y demostraron ser tan capaces y menos agresivas que los varones, pero al llegar a casa la mayoría no se liberan de la dominación y los abusos machistas, siguen pariendo, criando, cuidando y soportando a otros semejantes, a veces bien ingratos.

Para no desviarnos del fútbol femenino diremos que las mujeres más destacadas en dicha práctica ingresaron en equipos bastante machistas y soportaron anomalías que cuestionan tan nobles aspiraciones. Los clubs se convirtieron en empresas con una economía sin precedentes, amasada mediante favoritismos, corruptelas, evasiones de capitales, promoción de sectores ultras, violencia en los campos e insultos racistas, manipulación de resultados y apuestas, etc. Todo ello nos hacen ver el verdadero rostro del fútbol,  rostro tan duro y esperpéntico como el de Luís Rubiales. Es uno más de tantos y deseo que lo antes posible sea uno menos en la Federación de fútbol. Su cese es un clamor popular. Los equipos de primera división de hombres llevan una semana de silencio cómplice, salvo el Getafe, y poco más.

        Sabía lo que hacía, no fue enajenación sexual transitoria, motivada por un ataque de euforia. Al desinhibirse su testiculina le brotó desde lo más íntimo de su machismo y le traicionó pública y televisivamente. Por higiene moral debe ser cesado y alejado del deporte, ya que carece de la mínima hombría  para dimitir y nulo olfato protocolario. Hasta nunca, capullo.

        Por último además de campeona deportiva, Jenifer Hermoso ha demostrado su valentía y coherencia manteniendo la denuncia a tan machista actitud y con ello da ejemplo de ser una campeona como mujer que no se deja abusar por un jefe sinvergüenza.  Con campeonas así el fútbol empieza a cambiar.

Las españolas han conquistado el mayor triunfo mundial y todos los medios informativos recogen tan titánico esfuerzo, dedicación e ilusiones realizadas en unas sociedades y deporte tan machista.  Ahora tras los reconocimientos, desfiles, medallas y recibimientos, tendrán que soportar reyes, presidentes, políticos, comunicadores  y alcaldes que  quieren la foto con ellas y participar de su éxito aunque no les importe tal deporte ni quieren premiar a tan valiosas deportistas. Hipocresía y oportunismo.

Yo diría más, cuando estas manifiesten públicamente sus críticas al tinglado deportivo de la federación,  los sacrificios que han hecho contra una sociedad que en el fondo discrimina a las mujeres, no reconoce sus capacidades y no respeta que expresen y manifiesten libremente sus orientaciones sexuales, si les da la gana de hacerlo, les prohíba o dificulte el acceso a los lugares donde se toman las decisiones importantes o las sometan, las manipulen, las abusen, las maten o se apoderen de sus úteros y de sus cuidados.

Han demostrado a todos que no solo es cuestión de pelotas y testosterona, los ovarios también cuentan. Deben contar para el futbol y para todos los aspectos de sus vidas y el de todas las mujeres. Ojalá conquisten la mitad de la tarta que la humanidad les debe y el patriarcado les arrebató. Adelante campeonas.

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