Escrito por: José Verdón

Ante un trágico terremoto de escala 6,8, que ha provocado casi 2.500 muertos y otros tantos heridos graves, debemos reflexionar si la causa principal es de carácter natural, o  si las vidas humanas acaso tienen valor alguno para la política criminal del Reino alauita de Mohamed VI, si su gobierno es impune y cuenta con el silencio, la complicidad y el apoyo de EE. UU, Francia, la Comunidad europea y si las Naciones Unidas hacen dejación de sus responsabilidades para impedir los abusos que Marruecos perpetúa contra los derechos humanos.

Los palacios «sufren» apenas pequeñas grietas

La nula calidad de las viviendas y edificios donde vive y se aloja el pueblo marroquí al caerse con el temblor de tierra multiplicó su efecto pero los palacios, residencias y  las zonas donde el poder y la élite económica vive con todo lujo no han sufrido el mínimo daño.

Marruecos incumple los acuerdos de paz firmados en 1991 con España, excolonia que debe  obtener la autodeterminación del Sáhara occidental para que el pueblo saharaui mediante un referéndum recupere su nación y decida sobre sus recursos, su política, etc. El propio Felipe González, que prometió no abandonar al pueblo saharaui, mentía como en tantas ocasiones. Recientemente Pedro Sánchez traiciona la causa del Frente Polisario,  no asume el sufrimiento y la resistencia de los refugiados tras la anexión forzada del Sáhara occidental por Marruecos que incumple todas las resoluciones de las Naciones Unidas por sus abusos, extradiciones, torturas, encarcelamientos, desapariciones. Un auténtico genocidio y un persistente incumplimiento de los derechos humanos. El PSOE admite que el gendarme marroquí cierre la frontera de Ceuta y Melilla, realice devoluciones ilegales, no atienda las peticiones de asilo,  impida los rescates en el mar. Los ministros Marlasca y Albares trampean comisiones, el gobierno se niega a facilitar investigaciones parlamentarias para conocer los abusos denunciados en dicha frontera.   

Mientras tanto, Marruecos mantiene a su pueblo en la miseria, gasta ingentes recursos en modernizar su ejército, patrulleras, acorazados, aviones de combate, etc. Se beneficia del fosfato, del uranio y de los caladeros de pesca que pertenecen al Sahara occidental, que gestiona como propios con el beneplácito de Europa y donde la iniciativa para tal robo la ejerce España. Capitales franceses y españoles se lucran del turismo marroquí y de la venta de armas, explotan a millares de inmigrantes y permiten que productos agrícolas entren en Europa a menor precio e higiene que los nacionales. Y por si todo ello no fuera ya bastante, al parecer, el Majzen (élite gubernamental) es plenamente consciente de que Marruecos permite el tránsito de hachís  y también de cocaína procedente de Sudamérica por la vía del Guerguedat hacia las costas, Egipto, etc. De tal actividad criminal se mantienen dictaduras y corrupciones en África subsahariana y llega a Europa. Tales capitales son blanqueados en los negocios financieros, mineros, hoteleros, etc. 

El pueblo es el que padece, solidaridad con nuestros hermanos

Los pueblos saharahui, marroquí y español viven problemas similares de abusos, pobreza, paro, emigración, falta de soberanía, pocos servicios públicos y merecemos una solidaridad entre nosotros sin límites, pese a nuestras diferencias culturales, distintos credos y  etnias, vivimos en los mismos barrios, a los que llamamos periféricos, olvidados  o hartos. Nuestros hermanos son los que siempre padecen, mientras los edificios de la élite permanecen en pie como símbolo de poder ante, incluso, la fuerza de la naturaleza. Pero alguna vez, ese poder se verá barrido por otra fuerza aún mayor, que es el de la clase obrera unida por una auténtica federación fraternal de los pueblos viviendo en paz, respeto y colaboración.

Nuestra solidaridad es de corazón, por padecer los abusos de los poderosos.  Nos duelen los muertos marroquíes, los refugiados del Sáhara a los que acogemos en nuestras casas en verano y son hijos e hijas nuestros. también nos quita el sueño los ahogados en el mar. Nuestra solidaridad no es la hipócrita de Margarita Robles, enviando bomberos y perros para salir en pantalla y alardear de capacidad militar. Marruecos pretende reclamar aguas del atlántico cercanas a Canarias para extraer telurio, hacer sondeos petrolíferos y de gas en esa zona y aguas internacionales. Los movimientos sociales y ciudadanos que necesitamos no son de tierra, son los que propician revoluciones y avances en derechos y la más decidida lucha contra criminales y corruptos  que ponen en peligro las vidas humanas. 

2 comentarios

  1. Mejor no lo ha podido describir,si la calidad de las viviendas hubieran sido la que debe,no sería tan catastrófico el resultado.Encima la Unesco ya está allí para valorar los daños a los monumentos,como si fuera mas importante que las vidas humanas.Cuanta ayuda se podría cubrir con ese dinero

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